LA ÚLTIMA PALABRA

Artículo que realicé para MUSICOMANÍA - Boletín informativo de la Banda de la Escuela de Música de Bullas - y que aparece en el Nº 39 (del 21 de Octubre al 8 de Noviembre de 2005)

El Director tiene la última palabra, entre otras cuestiones, para determinar cómo se realizan los ensayos y cómo se dispone el repertorio en las actuaciones. Él es quien decide si hay que tocar una pieza una vez, dos, tres... o las veces que hicieran falta. Puede parar en cualquier momento durante los ensayos, siempre que sea necesario, para dar las explicaciones normales y correspondientes a su función. Hay ocasiones que hay que parar más de lo que todos nosotros quisiéramos que se parase, porque las piezas que se están ensayando podrían requerir mucha más atención para su correcta interpretación. Imaginémonos por un momento cómo el entrenador de un equipo de baloncesto da las indicaciones a sus jugadores, incluso durante el mismo partido. En una Banda de Música no hay que llegar tampoco hasta esos extremos. Lo lógico y lo normal es que todas esas observaciones se hagan en los ensayos. Pero la mayor parte de ellos se interrumpe para repasar o corregir un pasaje musical que no se ha estudiado correctamente o, simplemente, ni siquiera se ha llegado a leer antes. Y eso ocurre en multitud de ocasiones. Desgraciadamente, la batuta del Director no es una varita mágica. Muchas veces aprovechamos los ensayos para “estudiar” las partituras, lo cual es un error porque los ensayos no sirven para eso exactamente sino para concertar, entre otras muchas cosas, todos aquellos detalles que ya han sido previamente estudiados con anterioridad. De todos modos vamos a suponer que, verdaderamente, no tuviéramos tiempo suficiente para estudiarlas en casa. Tendríamos que hacer más ensayos o alargar los que ya hacemos, unas alternativas que no todo el mundo compartiría tan fácilmente. Vamos a considerar en todo caso que nos hubiéramos puesto de acuerdo concretamente en esos dos puntos anteriores: tenemos más días de ensayo y más tiempo para cada uno de ellos. En esas circunstancias podríamos solucionar en alguna medida el hecho de que nos pudiéramos aprender mejor las partituras... pero si reflexionamos un poco, el ritmo de los ensayos seguiría siendo el mismo. Es decir: lento y pesado, porque se seguirá parando igualmente pero durante más tiempo y durante más ensayos. Para que el ensayo sea más rápido, fluido y ameno es fundamental venir con las ideas bien claras y con las partituras bien estudiadas para no perder demasiado tiempo con todos esos detalles. En el Boletín Nº 17 hablábamos de los pilares básicos para reciclarse. Ese proceso, que en realidad no debería durar más de 1 año en el peor de los casos, nos permitiría llegar al ensayo con un nivel mucho más alto para tocar prácticamente todo tipo de partituras, casi a primera vista y para siempre. Por lo que el problema de la falta de tiempo que podamos tener para estudiar se vería de alguna manera equilibrado ya que con una formación un poco más cualificada y con dos ensayos semanales serían casi suficientes para afrontar mucho mejor la situación. Por lo tanto, no se puede entrar en contradicciones como por ejemplo: querer tocar más repertorio sin venir a los ensayos y sin las partituras estudiadas... Se puede comprender que alguien no se haya traído una partitura porque se la haya dejado en el atril esa misma tarde pero no se puede entender que alguien llegue sin ella porque no la había recogido todavía, después de haberse comunicado con más de 4 meses de antelación que esa pieza se iba a tocar próximamente. El Director sí tiene muy en cuenta a los músicos, incluso a los que no se estudian suficientemente las partituras, a los que no se las traen, a los que ni siquiera las piden, a los que no se callan, a los que faltan a los ensayos, a los que no justifican nada... El Director sí escucha las sugerencias que se le hacen y acepta bastantes más de las que debería aceptar (otra cosa muy distinta es que no se quiera reconocer), pero no se le puede exigir que las acepte todas. Mi objetivo principal no es el de caer bien (tampoco el de caer mal) sino el de cumplir con lo que debe ser mi trabajo. Decía Gandhi que: “Un NO pronunciado con convicción profunda es mucho más importante que un SÍ dicho para agradar, para ser simpático o, lo que es peor, para eludir problemas que forman parte del camino y que deben ser resueltos”.

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